Pirineos Sur, un festival diferente
En España, en los últimos años, han proliferado los festivales musicales de verano, tantos que algunos expertos ya hablan de una burbuja, eventos concebidos para atraer a miles de personas en un fin de semana en una localidad, generalmente una gran ciudad o en la costa, con lo que conlleva de hacinamiento y dificultades de convivencia.
Sin embargo, no todos los festivales parten de esta filosofía de cuanto más público mejor; en concreto, estamos hablando de Pirineos Sur, un festival único en España, tanto por su antigüedad, este año se celebró su XXVII edición, como por su filosofía, más enfocado en los aspectos culturales de la música que en la necesidad de concentrar grandes masas de personas.
Y decimos que es único porque no se desarrolla en una gran ciudad ni en la costa, ni en una localidad concreta. Es cierto que su núcleo central lo forma el pueblo de Sallent de Gállego (Huesca) pero las actividades se desarrollan en diversas localidades del Sur de Los Pirineos, como son Biescas, Aínsa, Larrés o Escarrilla. Al mismo tiempo, el festival se dilata en el tiempo, yendo desde el 13 al 29 de julio, con una antesala con lo que se conoce como Caravana Pirineos Sur. Pero ahí no acaban las diferencias: la inmensa mayoría de las actividades musicales tienen carácter gratuito, salvo las que se realizan cada fin de semana en el Auditorio de Lanuza, un espacio que no está concebido para miles y miles de asistentes ya que su aforo máximo es de 5.000 personas, y el alojamiento también es gratis para caravanas y campistas, contando con zonas acondicionadas para ello.
Como se puede apreciar, son muchos los elementos que distinguen a este festival frente del maremágnum de ofertas veraniegas, y por ese motivo, nos decidimos a vivirlo durante una semana y poder sacar nuestras propias conclusiones.
Los Conciertos
El eje central de todo festival es su propuesta musical y la de Pirineos Sur fue bastante variada, desde la salsa del gran Rubén Blades, que vino acompañado en esta ocasión de la orquesta de Roberto Delgado, pasando por la cumbia del grupo peruano Los Mirlos, el afrobeat de Seun Kuti o los ritmos electrónicos de Batuk, un trío proveniente de Johannesburgo.
Si esto es lo que se podía escuchar en el Auditorio de Lanuza, un escenario flotante en el pantano del mismo nombre, en la zona de Mercados del Mundo, área central del festival, pasarían diversas propuestas englobadas bajo el término de Global Groove que los organizadores definían como el aliento o ritmo global. Así, en esta zona, se pudo escuchar grupos como Baloji, que dejó una gran sensación en su segunda participación en Pirineos Sur; Sons Of Kemet, grupo británico con doble batería, un saxo y una tuba, que no pararon en la hora y media de actuación para alegría de los presentes; o Abdul & The Gang, grupo francés de raíces saharauis, que hizo del funk y afrobeat la banda sonora de una grandiosa noche.
Pero si esos sonidos tenían muchos elementos en común, con un claro predominio del funk, La Dame Blanche vino a demostrar que el ritmo global también puede ser cantado en castellano y provenir desde Cuba para marcar a fuego una noche de mucho baile y reivindicación. Lo mismo ocurrió con las propuestas instrumentales de Mans O Chassol, navegando ambas formaciones entre la innovación electrónica y la experimentación musical, conjugando la música en directo con montajes audiovisuales. Incluso el swing tuvo cabida en Pirineos Sur, donde la banda The Swing Pools, de Aragón, puso la melodía para que The Cotton Tales Swing School pudieran exhibir la buena coordinación de los asistentes a los talleres de swing que se habían desarrollado a lo largo de las mañanas. Igualmente, tuvimos una muestra de la capacidad creativa del ser humano a través de la banda Ethno, una propuesta musical creada al combinarse en una especie de residencia, músicos de diversos países que aportan sus conocimientos para crear un espectáculo único, en tanto en cuanto, al finalizar el verano, el grupo se disuelve y vuelven cada cual a su país.
En lo que la organización denominó Color Café, por aquello de programarse en el Castillo de Larrés a la hora del café, pudimos asistir a la actuación de una carismática Nes, vocalista franco-argelina que lidera el trío del mismo nombre NES, en donde demostró que con buena voz, no hace falta grandes instrumentaciones (se acompaña de percusión y un violonchelo, además de tocar ella el suyo).
Muchas otras actuaciones tuvieron lugar tras nuestra partida de Pirineos Sur, como fue la de Gilberto Gil, la del rapero Tote King, Carmen París o Gipsy Kings, pues como ya dijimos, el festival se alargaría hasta el día 29 de julio.
Sound System en Pirineos Sur
Mención aparte merece la presencia, por primera vez, de la cultura sound system en Pirineos Sur. Apadrinados nada menos que por Rebelmadiaq, ese sound gestado en Granada pero que ha terminado germinando en Barcelona, se encargaron de sonorizar las tardes de Mercados del Mundo, con la presencia de Ponent Roots, Golfo de Guinea o Lady Avocado a los controles, así como los propios Rebelmadiaq, con propuestas musicales que transitaban con total normalidad entre la música soul y funky, pasando por el reggae, la cumbia o la propia salsa. Pero además de esta actividad de DJ, Rebelmadiaq quiso llevar a Sallent de Gállego una muestra del sonido dub, con The Fat Brass Corner (parte de la sección de vientos de la banda catalana The Gramophone) y el trío vocal madrileño, Emeterians, conducidos por Mista T desde Chalice Sound. Muy buena fue la acogida de este sound y mucha gente señaló lo acertado que había sido el poder contar con música a lo largo de todo el día para poder bailar al tiempo que se tomaban un refrigerio.
Muchas más cosas ocurrieron en Pirineos Sur, como fueron los pasacalles de la compañía FAM y de la banda de ska francesa, Skamanians, así como los circos, diversos talleres, el denominado Cultura Urbana (dedicado al hip hop) o el encuentro de ukeleles que tendría lugar en Escarrilla, así como proyecciones de cine, exposición del ilustrador portugués Luis Alves, el Espacio Contra el Hambre… lo que confirma nuestra afirmación de que nos encontramos ante un festival único en España y que vale la pena vivirlo en primera persona.
Texto y fotos: Alexis Rodríguez
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