Música Reggae en Canarias. El sonido de la identidad
De Jamaica al mundo
La música reggae, como es bien sabido, nace en Jamaica durante los primeros años 70 fruto de una evolución de sonidos que, en la Isla, fusionaran el folklore autóctono con los ritmos y melodías del R&B estadounidense. Dichos sonidos fueron dados a llamarse ska y años después rocksteady, para irse sincopando poco a poco hasta fundar el reconocible sonido del “Roots Rock Reggae” que hiciera famoso Bob Marley entre otros. Sin duda alguna la recién alcanzada independencia (1962) y el auge del movimiento revolucionario de corte político-espiritual panafricanista conocido como rastafarismo, imprimirían a esta música en sus orígenes un contenido esencialmente reivindicativo en lo moral, revolucionario en términos de militancia artística y emancipatorio en su papel de empoderante cultural afrocentrista gestado desde la diáspora. Si bien esta música nunca se ha desentendido de la vital y necesaria condición de altavoz del ghetto y su dura realidad, que en disciplinas como el Dancehall ha mostrado su cara más cruda aunque también genial y genuinamente creativa. A día de hoy su alcance no parece encontrar límites, influenciando a todo el planeta con su influjo rítmico, inspirando y refrescando los sonidos de otros géneros musicales desde la magistral, prolífica e innovadora excentricidad jamaicana. Una pequeña isla con dos millones de habitantes que, desde hace más de cuarenta años, produce semanalmente en torno a doscientos “singles”, bajo la atenta escucha de medio planeta, habiendo logrado convertir su música popular -el sonido de los suburbios- en un fenómeno internacional contagioso e imparable.
Una música que se expandió hasta conquistar el mundo con su sonido y mensaje más representativo, sus colores, sus símbolos -reconocidos por cualquier habitante del planeta como estandartes del amor, la paz, la justicia y de una vida respetuosa con la naturaleza- y, sobre todo, a través de sus máximos iconos, convertidos en héroes del tercer mundo al son de biografías, que son lecciones de dignidad disparadas a golpe de guitarra. Una música cargada de mensaje, que se ha desarrollado principalmente y de manera protagonista en un escenario de pobreza, injusticia, violencia, colonialismo y opresión pero, sobre todo, bajo la realidad estructural heredada de la esclavitud transatlántica aún hoy tan presente, que arrancó de sus hogares por la fuerza a millones de personas para condenarlas a morir en el otro lado del planeta cual bestias de carga, sometidas de por vida a penosos trabajos y torturas inimaginables. Esclavitud que tan solo rompió las cadenas de acero para tornarlas en cadenas virtuales de miseria, injusticia y violencia.
Marcus Garvey, descolonización y fe
Marcus Garvey, heredero de la indomable idiosincrasia maroon que ha vivido insurrecta en el corazón del Caribe hasta el siglo XXI, nació en Jamaica, esa pequeña isla que un siglo después de la epopeya panafricanista del “Moisés Negro” vería como su música popular conquistaría y lideraría la vanguardia creativa del entero panorama musical mundial. La fundación de la U.N.I.A. y la empresa repatriadora de la Black Star Liner determinarían la historia contemporánea a través de la toma de conciencia africana en los afrodescendientes dispersados por los cuatro puntos cardinales. Más tarde las ideas garveyitas inspirarían a numerosos líderes independentistas en la lucha del continente por su propia descolonización. En la propia isla la memoria viva de tales acontecimientos tomaría forma bajo una música popular colmada de mensajes emancipatorios que, desde las chabolas de latón más miserables, tocaría los corazones de millones de personas alrededor del planeta sin distinción de color, condición social, género o creencia. Mensajes que discurren preferentemente desde la visionaria voluntad redentora del honorable Marcus Mossiah Garvey, canalizándose través de la humeante mística oriental de los Shadus para materializarse en la herencia judeocristiana advenida bajo forma de poder terrenal, majestuoso, real y palpable en la figura de un diminuto hombre africano, que protagonizaría desde su ancestral trono etíope la historia del Siglo XX: Haile Selassie I. Sin duda los seguidores y divulgadores de las enseñanzas del León de Judá, que gobernara su anciano imperio y dirigiría los designios del entero continente africano en su aspiración descolonizadora durante cuatro décadas, encontraron en la música Reggae una forma óptima para evangelizar y sumar acólitos. Todo sea dicho, en occidente muchos de esos jóvenes que se adentran en la mística rastafari a través de la música Reggae, se sienten comúnmente más atraídos por una estética transgresora y unos hábitos de conducta rebeldes que por enseñanzas y profecía bíblica algunas.
Dreadlocks y ganja
Sin duda aún a día de hoy, éstos siguen siendo los mayores tópicos que a mucha gente le afloran en la mente cuando se les menciona la palabra Reggae. No obstante, el influjo de los “nazareos modernos” o rastafaris jamaicanos, va más allá de cuestiones superficiales y logra cooptar de entre todos los pueblos del planeta a muchas personas que hacen suyas las palabras y visiones del Negus Nagast Tafari Makonen así como de otros líderes panafricanistas como el propio Garvey. Todo ello bajo una sugestiva mezcolanza de normas de conducta esenias, filosofía cristiana apócrifa y militancia guerrillera al más puro estilo Mau Mau. Si bien siempre se asociará la ganja o marihuana con el rastafarismo del mismo modo que sucede con las trenzas o “dreadlocks” tan característicos y que se popularizarían como estética de la rebeldía urbana gracias al éxito comercial de muchos “rastas”, aupados por la industria musical a la condición de exitosas estrellas mundiales. Ni la marihuana y su consumo con fines psicotrópicos es una condición imprescindible para ser, sentirse o practicar las enseñanzas rastafaris, ni vestir los dreadlocks o “grelos” como decimos en Canarias, te convierte automáticamente en uno de ellos. Rastafari es un modo de vida con sus normas de conducta, doctrinas más o menos flexibles y lo que es más importante, con toda una base cultural y de conocimientos tan antigua como valiosa.
Raíces imazighen
Pero ¿Y en Canarias? ¿Cómo llega esta música y qué papel ocupa en el imaginario colectivo de un pueblo que viviera durante las últimas décadas del pasado siglo bajo la sombra de una descolonización truncada y acuciado por una aculturación galopante que condujera hasta el momento presente de desapego generalizado y apatía a la hora de rescatar, preservar, valorar, proteger y divulgar los propios rasgos identitarios de su genuino patrimonio cultural?
Antes de contestar tan compleja pregunta y de cara a contextualizar el escenario dialectal que une música y anhelo, ahondaremos en algunos de los aspectos fundamentales que conforman el sustrato identitario de los canarios y canarias de hoy día. Rasgos de identidad exclusivos que pese a todo han pervivido y que explican quizás la natural convergencia de una reivindicación histórica común, tan propia del pueblo canario en su historia colonial como lo es de la música reggae en su condición de banda sonora de los supervivientes. Un sonido universal que nace primeramente como testimonio de la lucha afrodescendiente en el mundo, a modo de canto de autoreconocimiento como nación oprimida y que propicia en última instancia el sonido visionario que acompañe al renacer espiritual de la propia humanidad. Rasgos identitarios originales los de este archipiélago al noroeste del “Gran continente” que tienden sus raíces más profundas en una historia dramática y heroica a la vez y que, pese a los siglos de colonización y sometimiento cultural a la metrópoli -desde que se hiciera efectiva la conquista europea y el consiguiente etnocidio indígena – , aún conservan su primigenia esencia africana.
Africanos eran los primeros pobladores de las Islas Canarias, descendientes de aquellos “libios”, que ya desde tiempos antiguos eran retratados como pueblos indómitos, altamente civilizados y herederos de unos valores y cultura cuyos orígenes se pierden en la memoria misma de la humanidad. Conocidos por los griegos como garamantes o libios, como mashauash por los egipcios (entre quienes existiría incluso una dinastía faraónica libia, la nº XXII), por los romanos como numidios o mauros (de donde se popularizaría entre los cristianos visigodos el término “moro”, para referirse a los norteafricanos musulmanes durante la Edad Media) y finalmente por los árabes como bereberes. Hoy día se aplica el gentilicio de amazighs o más correctamente imazighen, a una amalgama de pueblos que pese a las sucesivas ocupaciones extranjeras, conservaron una lengua común (el tamazight) si bien fraccionada en islas dialectales en un territorio de igual modo fraccionado en lo político y en lo étnico, con particularidades socioculturales que aún nos permiten encontrar judíos, cristianos y musulmanes entre sus hablantes. El tamazight es la lengua indígena del Norte de África y los imazighen son los pobladores originarios de un territorio comprendido entre las actuales fronteras de Marruecos al noroeste, Mauritania al suroeste, Egipto al noreste (Siwa es el último reducto amazigh en dicho país) y Níger al Sudeste, si bien sus características multiétnicas y su peculiar idiosincrasia tribal de carácter federativo son el resultado de siglos de mezcolanzas y desplazamientos poblacionales en una historia tan agitada como resilente.
Pese al tiempo transcurrido desde las primeras referencias helénicas y fenicias, y a pesar de tantas ocupaciones e influencias foráneas de por medio (cartaginenses, romanos, vándalos, árabes y en último término europeos), los imazighen han conservado en gran medida sus propias creencias y tradiciones, con una excepcional y característica forma de sincretismo que diera lugar durante los últimos dos milenios a tantas figuras prominentes y colectivos influyentes para la historia universal como Juba II, el propio San Agustín de Hipona, Tariq Ibn Ziyad o las dinastías almorávides y almohades entre otros muchos. Sabemos a día de hoy sin género de dudas, que la antigüedad que reviste la propia lengua tamazight, entroncada dentro de la gran familia afroasiática se extiende muchos milenios atrás, y que con toda probabilidad la civilización que la dejara como precioso legado de un tiempo en el que el Sáhara era aún un vergel frondoso, influenció decisivamente en lo cultural y tecnológico a otras antiguas sociedades del área mediterránea como etruscos, celtas, iberos, fenicios, helenos, tartessos… Pueblos a quienes siempre se ha tenido como el origen de la civilización occidental.
¿Rebeldes deportados por Roma?
Los grandes avances alcanzados en nuestro Archipiélago durante los últimos cuarenta años en importantes campos de las ciencias sociales como la antropología, la historiografía, la arqueología, la lingüística, etc., han permitido que, a día de hoy, ningún investigador mínimamente serio reniegue de la naturaleza amazigh y por tanto norteafricana de las antiguas poblaciones canarias. Tribus que poblaron las Islas en un periodo comprendido por las dataciones arqueológicas entre el 600 A.C. y el 100 D.C. Si bien se sospecha que esta decisiva oleada poblacional se diera en sucesivas arribadas y no se descarta que viniera a complementar posibles asentamientos anteriores, que habrían podido quedar solapados e integrados por uno o varios grupos dominantes amazigófonos, que dejarían su sello inconfundible en aquellos escasos elementos materiales de su sociedad que se conservan intactos. Su escritura, grabados rupestres y artesanía (muy similares a las de las regiones vecinas del continente) testimonian con fiabilidad la naturaleza animista de sus ritos y creencias religiosas, recogidas por los cronistas europeos así como por la valiosísima tradición oral.
Hoy día, una de las hipótesis con más peso sobre la arribada más determinante en términos de colonización humana y conformación elemental de la sociedad indígena canaria que conocemos, es la que sitúa dicha llegada entre el primer siglo anterior y el posterior a nuestra era. Lo cual quedaría contrastado con las crónicas grecolatinas, según las cuales era habitual deportar a territorios alejados a aquellas tribus insurrectas contra el dominio de Roma. Estableciendo además, de paso, poblaciones que sirvieran como puntuales colonias comerciales de materias primas como la orchilla o la grasa de focas monje o canes marinos, de donde se cree además que provenga el término latino de Islas Canarias tal y como lo recogiera Plinio “El Viejo”. Por otro lado, los nombres de las tribus que según los cronistas poblaban las Islas y que incluso dieran nombre a algunas de ellas coinciden de manera convincente con la denominación de ciertas tribus establecidas y bien identificadas al norte del Sáhara ya en época romana: ghomaras, awaras, zenatas, canarii, win-bachires, cinitios…
Desde Siwa hasta Canarias: “Zi Siwa ar Tikanarin”
Ya en nuestros tiempos el “renacimiento cultural amazigh” en todo el Norte de África es un fenómeno a tener en cuenta. Propiciado tras los procesos incompletos de descolonización europea y como reacción popular al pretendido panarabismo que liderara desde la élites dirigentes las diferentes luchas de independencia durante el siglo XX para afianzarse como corriente sociopolítica dominante en los nuevos centros de poder, en lo que se consideró el extremo occidental del mundo árabe o Magreb. Diferentes estallidos populares como la llamada “Primavera Amazigh” o Tafsut Imazighen, las diferentes revueltas rifeñas y kabilias o levantamientos propiamente armados, como los protagonizados por los touareg entre las fronteras de varios estados han dotado de un alcance, si cabe aún más épico, a un proceso natural de reconocimiento. En parte gracias a la intelectualidad mazigia exiliada en Europa y América, en parte gracias al enorme prestigio ganado por muchos de los líderes anticoloniales que defendieron la independencia de sus territorios de forma heroica desde su condición tribal insurrecta eminentemente bereber, el “hecho amazigh” se ha erigido como una realidad sólida e incontestable que une destinos y anhelos compartidos por diferentes pueblos más allá de banderas y fronteras imaginarias que valgan.
El proceso popular de divulgación, estudio, estandarización y unificación cultural en base a un precioso legado ancestral compartido como es la lengua, está permitiendo un mejor entendimiento de la historia común norteafricana y sin darse cuenta fundando un principio de reivindicación político esencial supraestatal bajo: libertad y dignidad para los pueblos originarios, la lucha anticolonial continúa.
Nuevos márgenes se abren para el entendimiento colectivo cuando se teje un cabo histórico común desde el que investigar, escrutar y reconocerse en la oscuridad de la historia. Conocimiento de las propias raíces que se ha conseguido ensombrecer con el oprobio y el desarraigo impuestos por aquellas identidades que vienen usurpando el poder desde hace siglos en toda la región. Cuando se analizan los hechos históricos a la luz del conocimiento y se reescriben ciertos episodios, hazañas, renombrando a sus protagonistas y sobre todo confrontando valores y enseñanzas hasta ahora tan sólo expuestos unilateralmente por los impiadosos ganadores, es cuando cobra mayor dimensión la excelsitud del legado ancestral que nuestro Archipiélago posee. ¿Cómo y por qué tapar milenios de historia bajo el manto de apenas cinco siglos de ignominia? Canarias y su pueblo hijo del mestizaje y la migración no escapa a esa historia indígena colmada de dignidad y resistencia común a toda el África y hermanada con América bajo la memoria común de una herida que aún sangra.
Olas de Anaga, casetes y compromiso social
Una vez reconocida la genuina herencia africana que aún subyace en Canarias y comprendido el incalculable valor cultural que ésta posee al tiempo que identificados algunos anhelos viejos y nuevos a la vez, podemos contestar a la pregunta que nos trajo aquí desde una perspectiva bien ubicada y contrastada: ¿cómo llega el reggae y qué lugar ocupa en las Islas Canarias?
Una de las narraciones más fiables al respecto data la llegada de este género musical durante los últimos años de la década de los 70 del pasado siglo, coincidiendo con el auge internacional del mismo. Surferos americanos, atraídos por el clima benévolo y por largas olas aún desiertas, introducirían las primeras casetes y vinilos entre algunos de los jóvenes y adolescentes que se sentían atraídos por el estilo de vida libre e insumiso de estos nómadas del mar. Discos de Bob Marley, Jimmy Cliff, Burning Spear, Peter Tosh o Toots & The Maytals entre otros, comenzarían a pasar de mano en mano, dejando su impronta, festiva y rebelde al mismo tiempo, entre los jóvenes canarios. La Punta del Hidalgo en el extremo noroccidental del macizo de Anaga, sería el enclave surfero por donde se colarían algunos de esos casetes y acetatos exóticos. No sería hasta varios años después, ya a finales de los 80, cuando de mano de los comerciantes africanos que llegaban a los puertos de las islas mayores durante épocas como el carnaval así como de ciertos marineros que buscaban en los barrios costeros de Anaga cercanos a la capital y al puerto, satisfacer sus demandas de ocio y placer tras largos y penosos meses en alta mar, que el reggae comenzó a escucharse a plena luz del día. Los barrios más cercanos al puerto de Santa Cruz, quedarían para siempre tocados por la mística natural de una banda sonora que parecía hecha a su medida.
Barriadas como San Andrés, María Jiménez o Valleseco en la periferia de Santa Cruz de Tenerife, contaban con algunos de los componentes socioeconómicos que los emparentaban indirectamente con los suburbios del Caribe. Zonas tradicionalmente pesqueras y agrícolas que ven como sus antaño frondosos barrancos, se llenan durante la década de los 60 y 70 de casas autoedificadas por quienes abandonan las zonas rurales en busca de un empleo en el puerto, en las fábricas manufactureras o en la refinería, entre otras de las actividades incipientes de la tímida, tardía y breve industrialización canaria. A finales de los 80, primeros años 90 dichas barriadas padecen altos índices de desempleo y se ven marcadas drásticamente por el tránsito definitivo de la economía local hacia el sector terciario, con una delincuencia naturalizada. Además son los años del azote impiadoso de determinadas drogas, introducidas en los barrios obreros con fines contrarevolucionarios para así mermar la presencia de fuerzas populares organizadas y particularmente al movimiento anticolonial de corte revolucionario, aún muy vivo. Movimiento político que pese a todo y sus muchos logros nunca acabaría de cuajar del todo en una sociedad desmemoriada y aturdida bajo un nuevo marco constitucional que no hizo nada por romper de facto con la dictadura.
El integrismo católico y el ultranacionalismo español parecían haber sobrevivido en sus símbolos al potente discurso del soberanismo canario, en barrios en los que aún estaba fresca la sangre de las víctimas del fascismo y grabado a fuego el terror de muchas familias obreras tras el golpe militar del 36. El independentismo socialista encarnado en la figura de Antonio Cubillo y el M.P.A.I.A.C. con su momento de máxima movilización popular durante la década de los 70, comete algunos errores fatales que sumados a una ofensiva sin escrúpulos del Estado Español -que empleará de mano de sus servicios secretos métodos criminales propios de la guerra fría para reducir a sus enemigos políticos- lo condenarán de manera casi definitiva al ostracismo sectario. No obstante la persistente militancia anticolonial de sectores organizados dentro de la clase trabajadora canaria, el obstinado espíritu que llevaría a Antonio Cubillo ante la mismísima O.U.A. y la importante labor cultural “guanchista” que realiza esa generación en los 60 y 70, abren caminos y nuevas perspectivas para la recuperación y el estudio del legado cultural indígena que favorecerían su divulgación popular ya durante los años 90.
El “rigui”, la música de los excluidos.
Durante los 80 y pese al auge del Dancehall en Jamaica con el slackness y el chovinismo gánster marcando la tendencia a seguir, el mensaje de conciencia se mantuvo vivo y terminó de asentarse en nuestro archipiélago gracias al eco de grupos y artistas como Steel Pulse, Black Uhuru, Eddie Grant, Culture, Inner Circle, Burning Spear, Luckie Dube o Alpha Blondy, estos dos últimos protagonistas del sobrevenimiento del reggae africano. Multitud de grupos y artistas internacionales de reggae encarnaron esta nueva oleada de contracultura musical de raíz y cultura, aunque siempre bajo el estigma social y el prejuicio que asociaba esta música con el consumo de drogas, la ausencia de higiene capilar y el fanatismo sectario. Fue durante los 90, cuando comenzarían a surgir los primeros proyectos musicales autóctonos en torno a este género y naturalmente quienes lo hicieron suyo, encontrarían un canal óptimo para reivindicar sus propias aspiraciones como jóvenes de barrio excluidos de ciertas ventajas y privilegios, a quienes sólo se les había contado una parte de la historia.
La rabia despertada por una desigualdad estructural condicionante, el anhelo de justicia nunca sofocado del todo, la reivindicación identitaria, el rescate de las tradiciones, una rebeldía congénita y un espíritu creativo resilente eran algunos de los factores que permitían a esos jóvenes situarse en un nuevo margen no contemplado por el poder para saberse dueños de su propio destino a través de una música y su mensaje. Un espacio desde el que construir un nuevo contenido con el que dotar al imaginario popular canario de nuevos referentes, aunando raíces, idiosincrasia y música bajo una misma faceta: la del artista comprometido con su pasado, su presente y su destino colectivo. Un compromiso que parece haberse solidificado entorno a un sonido que nació con el propósito de dotar de voz a los sin voz, de dignidad a los excluidos y de futuro a quienes sólo podían pensar en huir del presente en un mundo que giraba demasiado rápido, cambiando todo de lugar para siempre jamás.
Los 90 sentarían la base para que esos grupos locales se encargaran de fundar un sonido propio, aunque no sería hasta los primeros años de la década siguiente cuando dicho sonido adoptaría un estatus propio rompiendo con el perfil más “pop” y “versionado” que se venía destilando en Canarias por norma general. En Jamaica el llamado New Roots pretendía recuperar el protagonismo del mensaje de conciencia suplantado por el Dancehall más canalla. De igual modo surge una nueva oleada de artistas rastas que reinventaron este último estilo para dotarlo de una renovada espiritualidad militante.
Este resurgir del reggae jamaiquino en todo su esplendor y el eco internacional que alcanza se convierte en el detonante definitivo para que una nueva generación de artistas canarios se comprometiesen en fundar un sonido que aunque muy influenciado por las novedades que salían continuamente de Kingston, ya podía ser considerado como un género en sí mismo. El “reggae canario” se impulsa desenfadadamente a través de jóvenes bandas, colectivos de MCs y DJs que se encargarían durante toda la década de llevarlo consigo por las siete islas, prodigándose en múltiples garitos, fiestas de pueblo, actos públicos de protesta social y, cómo no, generando una producción musical viva y autogestionada que giraría de mano en mano rápidamente, construyendo una discografía tan original como sólida. Podemos decir que la década del 2000 fue trascendental para la normalización del reggae-dancehall en Canarias, no sin mucho batallar y sin haber de contar aún con la incomprensión del gran público que seguía mirándolo como una música de “fumados” y “peludos”. Los primeros festivales también tendrían lugar en esos años y por supuesto los artistas locales se harían protagonistas en cada uno de estos grandes eventos, ganándose, de una vez por todas, a propios y a extraños, con un sonido y mensaje de gran calidad. Un hito a tener en cuenta en este periodo de solidificación cultural lo supuso la apertura de un negocio especializado en esta música y cultura. La tienda Uprising Records Outernational regentada por el soundman Jah Ras en Tenerife, marcaría un antes y un después para los amantes del género. Sin duda, la isla con mayor proyección y movimiento en esas fechas será Tenerife, seguida tímidamente por Gran Canaria.
El sonido que vino para quedarse. Semillas en suelo fértil
Pero el verdadero boom del género y su aceptación general, tendría lugar a partir del 2010, ya que en los años sucesivos nuevos proyectos e iniciativas necesarios para su difusión masiva, tales como programas de radio, magazines, la creación y arribada de Sound Systems se harían más y más comunes. Un factor determinante en esta eclosión vendría del reconocimiento fuera de las Islas hacia algunos de sus más destacados exponentes. El ímpetu y constancia de algunos artistas-promotores conduce a que las salas y bares de fiesta abran sus puertas de par en par al género con cada vez menos reticencias y los eventos relacionados con esta música son todo un éxito de afluencia. Las condiciones mejoran para los artistas y se puede hablar de una escena habitual. Cabe señalar que numerosos artistas que venían desarrollando sus carreras fuera del Archipiélago, regresan para instalarse de forma definitiva en las Islas y con ellos traen un bagaje de experiencia y saber hacer, que sería de igual forma fundamental a la hora de dotar de mayor seriedad y prestigio al entero colectivo. Algunos promotores y artistas foráneos, que deciden arraigarse también durante esos años en las Islas llamados por el éxito de público y por las innumerables posibilidades que ofrece un mercado emergente, terminan de completar el escenario idóneo para que público y artistas confluyan en algo más parecido a un movimiento cultural que a un simple estilo de música. Precisamente el atractivo que envuelve todo el conjunto, estribaría en la originalidad de la ejecución sonora, inconfundible y en la pervivencia de un mensaje contestatario que tiende su universo lírico entorno a la revalorización identitaria fundacional que esta vez, se valdría más que nunca de la música, para divulgar sus valores culturales ancestrales.
Si durante los 90, el norte de África vería como sus pueblos indígenas romperían con un tradicional silencio impuesto por culturas extranjeras ocupantes y se reivindicarían a sí mismos como los pueblos originarios del lugar, con tradiciones e historia que se remontan a tiempos ancestrales, durante las primeras dos décadas del siglo XXI, este revivir cultural sería ya un hecho consumado con gran volumen de actividad asociativa entorno al “hecho amazigh”. Canarias entraría dentro de esa área de “auto-reivindicación” al compartir, como esbozamos antes, gran parte de la historia y valores identitarios con sus vecinos continentales. Esto es perfectamente asumido por muchos artistas y aceptado con naturalidad por el público, siendo precisamente este hecho el que le otorga un mayor poder discursivo y profundidad al género musical tratado. La reivindicación histórica anticolonial, indigenista y revolucionaria aplastada una y otra vez por las fuerzas de la reacción en el Archipiélago, y que había encontrado puntualmente una vía de escape en el folklore, el rock o el punk, así como en la música de cantautor, se convertirá en un elemento trascendental cuando se habla de reggae. Y es que son sus artistas más destacados quienes se encargan de cerrar filas en torno a ese conocimiento y reformulación identitaria. Comprometiéndose firmemente como creativos en su labor de heraldos de la cultura canaria, la cual no puede entenderse en pleno siglo XXI sin echar la vista atrás y contemplar una historia con un amplio y riquísimo patrimonio indígena de lucha y resistencia además de, todo sea dicho, un universo “cosmogónico” ideal para dotar del romanticismo y fe necesarias a una sociedad que pareciera navegar a la deriva sin origen ni destino aparentes.
La música reggae hecha en Canarias se ha encargado de manera particularmente pedagógica de hacer suya esa revitalización cultural, así como de “autocentrar” el pensamiento colectivo para reafirmar un lugar propio en el mundo, a base de reafirmar su legítima herencia afrodescendiente en el imaginario de los canarios y canarias de hoy. Con éxito desigual pero con la constancia necesaria para que pueda decirse, alta y claramente, que quién no lo haya escuchado, es porque no tiene orejas. Pues se puede decir más alto, pero no más claro, ni con más ritmo y sabor del que vienen dotando a su música los muchos artistas de reggae y dancehall canarios que hoy colorean con su magia sonora las siete islas del Archipiélago, retumbando en sus respectivos islotes y roques. Y por supuesto, de existir realmente la legendaria San Borondón, seguro que sus gentes se pasan el día escuchando reggae con acento canario mientras confían seguir tranquilos y ocultos entre las nieblas oceánicas, amparados para siempre jamás de los pérfidos piratas de la industria musical que pululan por nuestros mares a bordo de sus infames naves comerciales de conquista.
One Love. Wên Tayri.
Fdo: Temisse Tagottan.
Glosario:
- Black Star Liner: Compañía Naviera fundada por Marcus Garvey y que entre 1919 y 1922 desafiaría al imperialismo blanco proponiéndose crear una flota de barcos con la participación de miles de accionistas negros que serviría para generar una economía propia y eventualmente repatriar a quienes lo desearan al continente del que fueron arrancados durante los 400 años de esclavitud. Sería uno de los muchos negocios que la organización panafricanista fundada por Garvey (U.N.I.A), fomentaría de cara a emancipar a los negros en américa y el caribe partiendo de una real independencia económica.
- Diáspora: Dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del mundo. En el caso de África y su peculiar historia, se asocia con el parangón histórico-mítico del pueblo hebreo cautivo en Babilonia y Egipto.
- Dreadlocks: Cabello generalmente largo y trenzado de forma natural, corriente en las culturas antiguas y particularmente entre numerosos pueblos de África como símbolo de valor y fiereza. En el caso de los rastafaris su adopción como tocado identificativo viene derivado del llamado “voto nazareo” descrito en el antiguo testamento, y que simbolizaba, mediante el no cortar los cabellos y los lados de la barba y una estricta dieta e higiene, un pacto de pureza y entrega a Dios. Sansón, Salomón o Juan Bautista o el propio Jesús eran Nazareos consagrados según recogen las escrituras judeocristianas.
- Haile Selassie I: También conocido como el Negus Nagast o Rey de Reyes, fue el emperador etíope desde 1930 hasta su deposición por golpe militar en 1974. Antes de ser proclamado emperador, fue regente desde 1916. Durante más de cuatro décadas dirigió los designios del anciano imperio abisinio, afrontando la guerra contra los invasores italianos, la derrota, el exilio y el posterior regreso al trono tras la Segunda Guerra Mundial. Su nombre de nacimiento es Tafari Makonen, si bien los emperadores etíopes por tradición adoptaban como título monárquico el nombre bautismal que recibe todo cristiano copto. Haile Selassie significa Poder de la Trinidad y en su coronación se le impusieron entre otros títulos el de León Conquistador de la Tribu de Judá, Elegido de Sí mismo y Luz del Mundo. Títulos que coinciden con las profecías apocalípticas relativas a la segunda venida de Cristo al mundo recogidas en la Biblia. Etiopía, con la excepción del periodo de ocupación italiana, representó al único Estado soberano de África llegando a tener presencia en la Liga de las Naciones.
- Marcus Garvey: Marcus Mosiah Garvey (17 de agosto de 1887 – 10 de junio de 1940) fue un predicador, periodista y empresariojamaicano, fundador de la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro (UNIA, por sus siglas en inglés), cuyo lema era One God, One Aim, One Destiny (Un dios, un objetivo, un destino). Sus ideas fueron pioneras en la lucha por la redignificación y emancipación de los africanos alrededor del planeta. Además de defensor de los derechos de los trabajadores negros en el caribe, fue periodista, orador, literato y fundador de varios periódicos desde los cuales divulgó sus ideas y principios nacionalistas panafricanos. Fue acusado de fraude postal en los E.E.U.U en donde fue encarcelado durante varios años y finalmente deportado a Jamaica. Los años veinte verían su momento de mayor gloria y alcance, si bien moriría solo y arruinado en el olvido, tras una brutal campaña de desprestigio contra su persona.
- Maroon: (derivado del español de América cimarrón, esclavo fugitivo). Fugitivos jamaicanos, liberados de la esclavitud por los españoles en 1655 para hostigar a los ingleses que se habían apoderado de la isla. Se refugiaron en las montañas, donde practicaron la guerra de guerrillas y los ingleses no pudieron desalojarlos de ellas. En 1738 se les concedió una semiautonomía, con derechos territoriales.
- Mau Mau: Movimiento insurreccional secreto antieuropeo fundado entre miembros de la tribu kikuyu de Kenya entre 1948 y 1952.
- M.P.A.I.A.C: Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, grupo político independentista de tipo insurreccional liderado por el Abogado Laboralista Antonio Cubillo (1930-2012).
- O.U.A.: Organización para la Unidad Africana, creada en 1963 de mano del Emperador Etíope Haile Selassie I, como herramienta de cohesión, solidaridad y presión diplomática internacional al servicio de los diferentes Estados africanos. Se convertiría en un organismo mediador de conflictos dentro del continente al tiempo que en un motor decisivo para acelerar la descolonización comenzada a comienzos de la segunda mitad del siglo XX. Le sucedió la Unión Africana creada en 2001, aunque mucho menos ambiciosa en planes y objetivos que su predecesora.
- Panafricanismo: doctrina política y filosófica que propugna la unidad de los pueblos de África y reivindica la herencia africana entre los afrodescendientes fuera de África.
- Pensamiento “autocentrado”: El pensamiento autocentrado toma Canarias como el centro de su razón de ser, evitando cualquier tipo de alienación o enajenamiento. De esta manera, Canarias no es vista como “algo alejado de”.
- Primavera Amazigh: La Primavera Amazigh o Tafsut imaziɣen es como se conoce al conjunto de manifestaciones exigiendo la oficialización de la lengua amazighe (tamazight) y el reconocimiento de la identidad y el idioma amazighe en Argelia a partir de marzo 1980 en Cabilia y Argel. Este es el primer movimiento popular de oposición a las autoridades desde la independencia en 1962. En el año 2001 y 2002, casualmente también, en los meses de abril se reproducen revueltas en Cabilia conocidas como Primavera Negra (Tafsut Taberkant) originada por el asesinato de un joven cabilio Massinissa Guermah por la policía. Estos hechos generaron una conciencia renovada y la conformación de un movimiento social y cultural pacífico comprometido con el trabajo por la difusión de la cultura amazigh en todos los ámbitos de la sociedad en Argelia y en otros países del norteafricano como Marruecos o Líbia.
- Shadus: Un sadhu (Saa-dhu) es un asceta hindú o un monje que sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener lailuminación y la felicidad. La tradición sadhu consiste en renunciar a todos los vínculos que los unen a lo terrenal o material en la búsqueda de los verdaderos valores de la vida.
- Single: Canción lanzada como sencillo, que en el caso jamaicano se popularizó en los 45rpm de 7 pulgadas que contenían la canción por una cara y la versión instrumental o Dub por la otra. Suele ser el formato más empleado en los SoundSytem que siguen empleando el vinilo también llamado disco de acetato.
- Slackness: Jerga o habla particularmente corriente en el estilo Dancehall jamaicano que hace referencia de forma explícita al sexo, a la violencia y las armas, las drogas, el trapicheo y otras cuestiones cotidianas en los suburbios del Caribe y del tercer mundo en general.
- Soundsystem: Sistemas de ingeniería sonora construidos artesanalmente al modo tradicional jamaicano para que la música suene en todos su matices originales y con la potencia necesaria para llegar a sentir físicamente la propia vibración sonora.
- Soundman: Conductor y/o constructor de un SoundSystem y por ende, propietario de una nutrida colección de discos desde donde sonarlos.
- U.N.I.A. : Son las siglas con las que se conocen a la “Universal Negro Improvement Association and African Communities League (UNIA-ACL)” organización nacionalista africana fundada en 1914 por Marcus Garvey. Llegaría a sumar 2 millones de socios alrededor del mundo con decenas de delegaciones y ramas, teniendo su base operativa en Harlem, Nueva York. De acuerdo con el preámbulo de la Constitución de 1929 enmendada, la UNIA es una sociedad social, amigable, humanitaria, caritativa, educativa, institucional, constructiva y expansiva, y está fundada por personas que desean hacer todo lo posible para trabajar por la elevación general de las personas de ascendencia africana del mundo.