Green Valley cumple su veinte aniversario sobre los escenarios
Green Valley es una banda señera en la escena reggae hispana y cumplen en este 2024, veinte años de carrera. Y no solo longeva ha sido la vida de Green Valley sino también prolífica. Ahí está su último disco, La llave maestra, o producciones anteriores como Bajo la piel, Ahora, Hijos de la Tierra o su LP de presentación, En tus manos. Y si contáramos sus sencillos, llegaríamos a la media centena de singles publicados.
Si en su décimo aniversario, para celebrarlo sacaron un disco, en esta ocasión han decidido buscar el contacto directo con su público y, así, en una fiesta de cumpleaños que se dilata a lo largo de todo el año, se han embarcado en una gira que los está llevando a pisar infinitos escenarios, pues si algo es Green Valley es una banda que ama a su gente.
Hemos tenido la posibilidad de mantener una conversación con su cantante, Ander Valverde, en donde hemos hablado de lo humano y lo divino, de sus experiencias y su crecimiento personal. Fruto de este diálogo es la presente entrevista.
¿Cómo se siente al cumplir 20 años sobre los escenarios?
Para nosotros es un privilegio. Cada día damos gracias porque somos unos auténticos privilegiados: 20 años haciendo lo que nos gusta, dedicándonos a la cultura, tal y como está el país, y a un género bastante minoritario, te puedes imaginar. Muy contentos del cariño que nos da el público año tras año. Privilegiados, la verdad.
Hablas del cariño que recibes de tu público y es algo muy cierto; lo hemos vivido en primera persona en tus conciertos. No es que se sepan las canciones, es que las viven con una fuerte pasión, las hacen suyas, un público fiel que no sabe de edades… ¿Cómo lo viven ustedes?
No suelo tener mucho tiempo para mirar al público en los conciertos pues hay que estar muy atento a muchas cosas, pero nos llegan mensajes muy positivos.
Tras el Rototom, un chico nos escribió para señalarnos que en nuestro concierto había un señor muy mayor en primera fila, como vibrándolo mogollón, bailando, y una niña con un cartel muy emotivo… lo de la niña, de hecho, mirando vídeos de otros años, me pareció ver su cara con muy pocos años. No me puedo creer que estuviera ahí hace tantos años. Esto crea mucha emoción y es, a la vez, un resumen de lo más bonito que nos ha pasado en la vida, tener en el mismo concierto a una niña con un cartel tan bonito, una pareja levantando en el aire un bebé con los cascos protectores puestos y un señor bailando.
Nosotros, a nuestra edad, hemos vivido como siete vidas con Green Valley, producto de todas las alegrías, de todo el cariño que nos ha dado el público.
Si algo ha caracterizado a Green Valley en estos veinte años, es su compromiso con el mensaje, con las letras de sus canciones, siempre con un carácter positivo, inspirador. ¿Sienten la responsabilidad de no fallar a su público?
Las letras son un punto diferente frente a otras bandas. Todo lo que decimos intentamos que sea de corazón y que tenga un mensaje, lejos de la música que estamos acostumbrados a escuchar últimamente, por desgracia. No sentimos la responsabilidad al escribir nuestras letras, aunque sabemos que tienen su efecto entre nuestros seguidores. Ha habido gente que nos ha dicho que nuestras canciones le han ayudado a salir de una depresión y, quieras o no, esto es una responsabilidad importante. También se nos ponen en contacto para decirnos que han utilizado en su boda nuestra canción Si no te tengo. Es espectacular. Imagínate.
Green Valley ha conseguido crear un sonido propio, característico, que se identifica inmediatamente. ¿Cómo han logrado algo tan difícil como es no dejarse llevar por las modas en estas dos décadas?
Al final, yo creo que es simplemente manteniéndote fiel a tus gustos y a tu manera de hacer, de escribir y a los acordes y arreglos que te mueven. Somos dos o tres personas los que nos encargamos de la producción de casi todas las canciones y eso se nota.
El otro elemento que marca a Green Valley son sus colaboraciones con otros artistas, algunos encumbrados y otros que comienzan, del reggae y de otras músicas. La lista es casi interminable, con gente como Alba Marbá, Macaco, SFDK, Alborosie, Juanito Makandé, Acción Sánchez o Muerdo. En este mundo tan ruin, Green Valley es muy generosa.
Somos gente muy abierta y siempre estamos predispuestos a colaborar con gente que nos transmite y nos inspira musicalmente hablando, a que haya conexión y crear música pues la música en colaboración se enriquece. Siempre nos ha hecho mucha ilusión colaborar con artistas jamaicanos, pero siempre es como que son más inaccesibles. Por ejemplo, nos gustaría colaborar con Kabaka Pyramid; estará por España y vamos a intentar quedar con él e ir al estudio para intentar sacar algo rico.
En el plano personal, Ander, ¿cómo compaginas la banda con tu vida familiar, con esas criaturas que tienes bajo tu responsabilidad?
Se lleva bien, intento compaginar las giras y atender a mis hijos. Aunque es cierto que cuando haces un viaje largo, como nos ocurrió en enero que fuimos a Latinoamérica más de un mes, al final se hace duro. Pero después, compensas porque entre semana estoy mucho con ellos, los llevo al colegio, los recojo e intento equilibrar la balanza.
Si echas la vista atrás, ¿qué queda de aquel Ander que con 14 años comenzó a hacer sus primeras canciones y tomó el camino de hacer de la música su vida?
Tengo la sensación como si fuera el mismo Ander pero hinchado, hinchado de experiencias, hinchado de aprendizajes y como que he ido absorbiendo muchas experiencias.
Estoy en un momento de mi vida que valoro mucho aquella época. En algunos momentos me parece una vida pasada, lejana en el tiempo y en otros, me parece que fue ayer mismo. Es algo raro. Pero me veo reflejado e, incluso, a veces hablo a ese Ander joven y le explico y le cuento cosas que ahora sé y que le hubieran venido bien a ese chico de 14 o 15 años. Sobre todo, lo que siempre digo; somos auténticos privilegiados de poder dedicarnos a la música, de la vida que tenemos, de los viajes, de conocer gente; todos esos amigos que he hecho por el camino me hacen crecer mi alma. Siempre agradecido cada mañana por la oportunidad y por el privilegio de poder vivir de nuestro arte y disfrutarlo día a día.